Grandes tratos, pequeños tratos. Con el New Deal (literalmente, «nuevo trato»),  Franklin D. Roosevelt  intentó arreglar el desastre que para la sociedad norteamericana, en especial para las clases populares, supuso el Crack del 29. Una época terrible, como bien reflejó John Steinbeck en ‘Las uvas de la ira’. La fórmula intervencionista de Roosevelt dio resultado: rescató el país de la Gran Depresión y fue reelegido para el cargo en otras tres ocasiones. Quizás alguien debería tomar apuntes de Historia… El de Roosevelt fue el gran trato, pero en aquella época hubo otros muchos, más discretos y mundanos. En ‘El New Deal‘ (Sapristi Cómics) Jonathan Case imagina uno de esos pequeños tratos y le da aires de cine clásico.

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El hotel Waldof Astoria es el hotel de mayor postín en el Manhattan de los años 30. En sus apartamentos se alojan los más distinguidos huéspedes: viejas enjoyadas, aventureros saqueadores, hombres de negocios… Y una guapa señorita, que responde al nombre de Nina Booth, y cuya única carta de presentación es un carisma y encanto abrumadores. Las propinas de estos ricachones son mendigadas, con más o menos gracejo, por un personal que debería ser ejemplar. No es el caso de Frankie, el botones bocazas. Lo suyo es meterse en líos, como apostarse el dinero que no tiene con uno de los clientes habituales del Astoria, e involucrar en ellos a la gente que le rodea, como hace con Theresa, la encargada del servicio de habitaciones.

Frankie y Theresa se van a estar en un aprieto de los gordos cuando desaparezcan unas joyas en el hotel. Pronto las sospechas recaen sobre la doncella, de la que desconfían por el simple hecho de ser negra… Arranca así un enredo desenfadado con policías, ladrones, enredos y cierto trasfondo histórico y social.

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Jonathan Case no solo se inspira en los hechos, sino también en las ficciones de los años 30. En ‘El New Deal’ hay mucho de la ‘comedia refinada’ de Ernst Lubitsch, un subgénero en el que la ambiguedad y la ironía burlaban la mojigatería de la época. En 2015, fecha de publicación del cómic por Dark Horse, ya no hay que hacer malabarismos con la censura (o sí), pero Case toma aquel estilo y la estética de los clásicos para darle un difuso encanto a su tebeo.

Aunque la trama no deja de ser previsible, los personajes son un atractivo cúmulo de defectos con patas, y su interacción en rocambolescas situaciones construye un conjunto sugerente. A ello contribuyen el dibujo y narrativa claras y elegantes de Case, que demuestra su versatilidad tras haber saltado a la fama con la espléndida y escabrosa ‘El Asesino de Green River‘, con guión de Jeff Jensen.

Con todo, a ‘El New Deal’ le falta algo. Jonathan Case ha sabido hacer acopio de los ingredientes adecuados, pero no ha dado con la fórmula magistral. Tiene ironía, risa, amargura… Pero carece del pathos que consigue que el lector/espectador se emocione con la obra. Y es que el famoso «toque Lubitsch» se puede imitar, pero no se puede clonar.